
El rey desnudo paseando con su traje imaginario, toma, esta tarde, un trago conmigo. Ha aprendido a soportar las burlas, me confiesa, y desde el primer momento reconoció la famosa treta de sus sastres. “Habemos poetas en cueros, me dice, y los hay de terno y clámide. Que bendición y qué alivio. ¡Salud!”.
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