sábado, 5 de septiembre de 2009


LOBO

Ojos cerrados en plena avenida:
Caminando a ciegas Estrella
Huye del lobo.
No quiere ser de nadie, esta niña.
Pero lo ama.
El lobo por fin logra alcanzarla.
Va y toca
Con una garra la diáfana lágrima
Que escurre por su mejilla.
Quiere enjugarla.
Pero no sabe.
Su caricia es zarpa.
Su intención, vehemencia.
Ah, lobo triste. Crisálida
Triste este día tu Estrella,
Que en mitad de la avenida
Ha abierto los ojos para mirarte
Asustado, deseando tener
Las maneras del Hombre.
Pero eres estúpido
Un lobo triste y estúpido
Iluminado por la tenue
Luz de una estrella.
Demonios, ángeles del old town,
acuden en tu ayuda: hunden
Sus manos en tus costados del lobo
Y traen al mundo
Un ser carismático anclado a tu rabia
Milenaria.
En tu corazón de bestia, un aleteo de brisa,
Un canto de fuentes manando la perenne luz
Del entendimiento.
Ya no llora
La Estrella. Pero demora en su pecho -el
Dolor es tan fuerte- aquella respuesta
Que a ambos libere.

No es feliz ninguno, y la mirada que brota
Después de esta pausa, alimenta en ambos
Un obscuro presagio:
La sonrisa de sílex del lobo regresa, en su
Cruel ironía de nuevo navajas. La
Niña no ama, no odia, no vive, no extraña,
Algo en su pecho se ha roto muy dentro.
Se llama locura este oscuro puerto

Una en su dolor,
El otro en su sarcasmo
Solo el deambular les queda por direcciones opuestas.

En su sueño de esa noche la niña recordará
Aquel bosque
Que en plena ciudad miró extasiada
Y creerá que es mucho pedir en un mismo beso
La ternura y la zarpa. (La ciudad sonreirá
Satisfecha.)

En el sueño del lobo, solo quimeras
Solo sevicia. De nuevo solo tendones
Bajo la acritud de su garra.

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pongo un lastre, luego otro, y otro... y no toco piso.