domingo, 8 de noviembre de 2009


ADVERTENCIA
Antiguamente a los condenados a vida se les sometía a rudas pruebas mediante las cuales lograsen liberar catárticamente cierta parte de su carga existencial. Superado de alguna forma este límite, se les honraba como héroes y su posterior inmolación era norte de las huestes, extraviadas en los placeres.
Hoy, ante la renovación que hace del infierno un lugar paradisíaco, tales condenados han decidido suplantar al dolor por una especie de artificio llamado “belleza”. No duermen en la ilusión sino en una extraña proa donde todo lo ven y nada les implica. El precio de su visión es ahora la ignorancia de la misma .

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pongo un lastre, luego otro, y otro... y no toco piso.